Narciso, señor del terror televisivo regresa en su calidad. Nueve años luego del legendario Fantasma de la Ópera y siete del no menos intranquilizante Muñeco malo, la historia de Elmer Van Hess, un hombre que regresa de la muerte para matar, lo ratifica, por si hacía falta, como el rey indiscutido (además de único exponente verdadero) del género por décadas.
Suspenso del bueno para una cuerda tocada por un solo hombre en nuestra televisión. Elmer Van Hess, mejor dicho, su cuerpo, es víctima del Doctor Mortensen. En su laboratorio lo convierte en un autómata, no obstante no logra taponar su memoria humana.
Van Hess vuelve de la muerte e inicia una serie de vendettas contra todos aquellos que le hicieron mal; siete serán sus víctimas y siete las ranitas negras que dejará como única huella. Sus peripecias desvelan a una audiencia estipulada en casi 34 puntos de rating entre abril y junio de este año, a las 10 de la noche todos los jueves, ocupando el puesto número tres entre los diez programas más conocidos de la etapa, según marca la medidora Ipsa.
Narciso Ibáñez Menta, «El Hombre de las Mil Caras», lleva delante cinco siniestros personajes con sus memorables caracterizaciones. Elmer Van Hess, el anciano teutónico con su careta metálica; Ferdinand Deval, Haile Tibiade (un político africano) y Ekaterina Hansen (la anciana pérfida cuya habla era la de la actriz María Elena Sagrera doblando a Narciso) son todas criaturas interpretadas por Ibáñez Menta.
Su anhelo por caracterizarse y lograrlo como pocos arranca lejos en el periodo; haber visto a Lon Chaney en El jorobado de Notre Dame y El fantasma de la Ópera lo marcan para siempre y se transforma en pupilo y admirador del insigne actor. Ibáñez Menta, un hombre de Oviedo, Asturias, vuelve a la televisión argentina en 1969 luego no para vengarse.
Sus últimas apariciones se vieron por Canal 11 en un material que envió desde España, Historias para no dormir, con música de Waldo de los Ríos. Nadie duda de lo que puede ofrecer ahora. Ha testificado su talento cuando la precariedad de la televisión era casi total, en los principios de Canal 7, cuando no había videotape, y puso en pantalla alhajas como Obras maestras del terror, ciclo dirigido por su hijuelo Chicho Ibáñez Serrador, y El muñeco maldito.