Llegado desde la ciudad de Trulalá, y simulando ser un chico común, similar a los demás, Hijitus tenía un gran secreto. Al igual que Superman, él convivía con una doble identidad, ya que tenía el poder de convertirse en un gran héroe justiciero.
Cuando alguna situación ponía en riesgo el bienestar de sus amigos, porque los villanos de la historia habían pergeñado un plan para apoderarse de algún bien preciado, este pequeño y simpático joven acudía a sus fuerzas más profundas.
“Sombrero, sombreritus, conviérteme en Superhijitus” era la frase habitual que utilizaba el chico para convertirse en ese héroe imbatible que se aprestaba para luchar contra el mal que azotaba a la ciudad de Trulalá.
Su vestimenta sencilla se convertía por arte y gracia de la magia contenida en el sombrero en un traje especial de color azul, que incluía una hélice en el gorro que cubría su cabeza que le permitía volar, y una fuerza sobrehumana invadía su pequeño cuerpo.
Por supuesto, Hijitus era acompañado en sus aventuras por un grupo de entrañables amigos, entre los que se encontraban su perro Pichichus, su amigo incondicional Larguirucho, el millonario Gold Silver y su pequeño hijo Oaky, entre otros.
Del otro lado se hallaban los villanos, que siempre estaban atentos a poder desarrollar sus planes macabros contra los habitantes de la ciudad de Trulalá.
El malo de la historia era el Profesor Neurus, quien contaba con el apoyo de sus ayudantes Pucho, Serrucho, entre otros, y ocasionalmente recibía alguna ayuda de la bruja Cachavacha.
Todo ese maravilloso mundo de fantasía había nacido de la mente de un extraordinario artista argentino: Manuel García Ferré, que además fue creador de una larga lista de personajes inolvidables, como Petete, Anteojito, Antifaz, Calculín, el Patriarca de los Pájaros, Manuelita, Pantriste, Trapito y muchos más.
De personaje secundario a rol principal
La historia de Hijutus surgió casi como una casualidad. En realidad, en el año 1952 García Ferré comenzó a publicar en la revista Billiken una tira infantil cuyo título era «Las Aventuras de Pí-Pío».
Si bien esta historieta tenía como personaje principal al bondadoso canario Pi-Pío, que dio nombre a la tira, lo cierto es que a lo largo de los años fue el escenario ideal para la llegada de nuevos personajes del universo de García Ferré.
En aquella tira, que fue publicada en la revista Billiken por el lapso de seis años, y luego pasó a ser parte de las páginas de la revista Anteojito, desfilaron una gran cantidad de personajes que luego se convertirían en centro de atracción, tanto de grandes como de chicos.
Ese fue el caso de por ejemplo Calculín, que por aquella época se llamaba Formulín, pero también fue el medio de debut para Hijitus, que hizo su primera aparición como personaje secundario de las “Aventuras de Pi-Pío” en 1955.
Rápidamente, Hijitus logró captar la atención de todos los niños argentinos, ya que en definitiva se trataba del primer superhéroe nacional.
Con el paso de los años, Hijitus fue evolucionando, tanto en lo que se refiere al aspecto gráfico como al propio argumento de las historias y aventuras que vivía con sus amigos, hasta que terminó convirtiéndose en un personaje tan destacado que requirió su propia tira.
El éxito del personaje no se basó en ningún tipo de misterio, sino que en realidad se hizo popular gracias a la interesante historia que había detrás de él. Tengamos en cuenta que se trataba de un chico común, que por los poderes ocultos dentro de su sombrero podía convertirse en Superhijitus, y de esta manera luchar para evitar que la injusticia y la maldad se propagaran por su querida ciudad de Trulalá.
Una vez encarnado en el superhéroe, Hijitus solía dar su grito de batalla: «Chucu-chucu chucu-chucu».
Por otra parte, se trató de un personaje que pudo romper con las leyes espaciotemporales, ya que al convertirse en Superhijitus podía viajar en el espacio y en el tiempo sin perder su identidad.
El éxito de la historieta y del personaje creado por Manuel García Ferré, hizo que Hijitus se convirtiera en un verdadero mito nacional, que tuvo su revista propia, sus libros de compilación, su serie televisiva y hasta su propia película.
En lo que se refiere a la televisión, Hijitus logró un éxito arrollador durante casi una década, a partir del año 1967, cuando se comenzó a emitir la tira diaria animada en Canal 13.
Los episodios, creados por García Ferré, tenían una duración de 1 minuto, y eran emitidos diariamente en cinco horarios distintos. Cada una de estas entregas era parte de un capítulo completo que culminaba al finalizar el mes. De aquellas aventuras se llevaron a cabo un total de 52 episodios a lo largo de 7 años.
Esta serie televisiva desplazó a otros dibujos animados de la época, provenientes del exterior, como fue el caso de Meteoro, Astroboy, Bugs Bunny, los Picapiedras y demás, demostrando que los niños argentinos querían un superhéroe nacional.
En vistas de los resultados de la tira animada, para esa época también llegó a la pantalla de Canal 13 la serie “El Club de Hijitus”, que se emitía los domingos a la mañana, y que estaba protagonizada por actores que aparecían disfrazados de los personajes.
Luego llegó el cine, cuando en 1973 desembarcó en las salas del país el largometraje “Las aventuras de Hijitus”, que había sido creado mediante una compilación de los episodios pertenecientes a la serie televisiva animada.
Mientras tanto, y a partir de 1969, Hijitus gozaba de poseer su propia revista, también titulada «Aventuras de Hijitus», que fue publicada por el lapso de diez años y tuvo una reedición en el año 1983.
Pero lo más destacable de la historia de Hijitus es, sin lugar a dudas, que se transformó en uno de los primeros personajes argentinos en generar un completo merchandising a su alrededor.
Pionero en este aspecto, hubo un tiempo en el que el público no sólo podía disfrutar de las aventuras que vivían Hijitus y sus amigos, sino que además podían consumir todo tipo de productos con su nombre, desde las figuritas, los discos, los juguetes, la ropa, las golosinas, los perfumes, los accesorios y demás.
Comenzaba así la explotación de lo que se había convertido en una marca.
Más allá de los años transcurridos, somos muchos los que añoramos aquellas épocas pasadas, y respondemos con una sonrisa inmediata al recordar a Hijitus, que nos retrotrae a las ansías que sentíamos al quitarle el envoltorio a un chocolatín Jack, esperando encontrarnos con una mini reproducción de aquel querido personaje.
Es que Hijitus tenía esa magia que le permitió convertirse en leyenda.