Empecemos por definir qué es un trapo, según el diccionario de la Real Academia de la Lengua Española es «un pedazo de tela viejo y roto», «vestido de mujer», «capa o capote del torero». Sin embargo, cuando decimos «lo puso como un trapo», «vive a todo trapo», en nuestra América, la palabra «trapo» tiene otras connotaciones,.
En el pasado, nuestros pueblos indígenas hilaban fibras como la hoja de maíz, el fique, la enea, y otras plantas que eran usadas para confeccionar chinchorros, hamacas y vestimentas, también usaban cueros de animales como conejos y alpacas, plumas de aves, cortezas de árboles y muchas raíces que hoy no se usan. Con esos materiales las abuelas y abuelos hacían muñecas junto a sus niños y niñas, pues no se trataba de darles un regalo sino de enseñarles los oficios necesarios para la supervivencia a través del juego. Todas las civilizaciones del mundo hacen muñecas, especialmente en América y el Caribe, pues tenían un sentido religioso que les permitía mantener el contacto con la madre naturaleza, con la tierra, las aguas, el aire y el fuego. Las muñecas indígenas que aun se conservan son las diosas wará, de barro, oro o bronce, las de tuza y hojas de maíz, las cabezas de ahuyama, las de estropajo, las de totuma, y las de mecate.
Luego, con la invasión de los españoles se introduce la imagen de La Virgen y las telas traídas de Europa, las formas de vestir de los colonos y las muñecas con las manos, las piernas, el pecho y el rostro en papel Maché o de cerámica. Son las «marionetas», cuyo nombre proviene de una imagen de María que lanzaban desde los campanarios de las iglesias francesas y movían con cuerdas o hilos para motivar e invitar a la gente a entrar a misa.
Las muñecas españolas eran y son aun muy lujosas en su vestimenta, pues imitaban a la realeza. Siendo que los conquistadores eran gente sin títulos de nobleza ni poder, trataron de imitar aquí a los ricos de sus pueblos y empezaron a hacer muñecas bordadas, pero de tubos de trapos viejos y sucios lo que generó enfermedades entre los niños y niñas, además del contagios a los pueblos originarios que casi los acabó con tanta violencia como la invasión a espada y fuego, en la guerra de resistencia indígena. Entonces los españoles trajeron hombres y mujeres esclavizados desde África, quienes vinieron en contra de su voluntad y con una cultura y una tradición extraordinaria en materia de muñecas, de ellos se conservan las cabezas de piedra, las de semillas de mango de hilacha, las muñecas de rollitos, las de rostro de caracoles y de semillas, las de fibra vegetal trenzada, las de botones, las de conchas marinas y otras, que en ocasiones representan a sus deidades y fueron un consuelo ante la desgracia de la esclavitud.
En esta Tierra de Gracia como es nuestra América, las culturas se enlazaron y con el paso del tiempo perdieron esa esencia mítica religiosa y supersticiosa, para dar paso a lo que hoy es considerado un juguete tradicional, donde su proceso de elaboración es espacio también para los caballeros, artesanos, jóvenes en general y adultos en particular y su uso es para todos y todas.
En los siglos XIX y principios del XX, existía la costumbre de bailar el vals de los 15 años de las señoritas de sociedad, pasando una muñeca de trapo entre los bailadores para representar el paso de la infancia la adultez. Después del vals, la quinceañera lanza la muñeca entre las niñas menores de 15, como las novias hoy lanzan el ramo entre las solteras el día de la boda. También las colocan como centro de mesa y recuerdos de la celebración. Todavía en México y en otros países de Nuestra América los papás acostumbran regalar la última muñeca en los 15 años, que puede ser una muñeca de trapo o de otro tipo. Hoy se hace lo mismo pero con muñecas de plástico con temas de moda (Barbie, Princesas Disney, Puka, Betty Boo, entre otras).
En las costas venezolanas así como en el Caribe, se asociaban las muñecas con la prosperidad, con las buenas cosechas, la suerte, los partos seguros, como ángeles protectores, para evitar las desgracias, y como acompañantes en la soledad .Hoy los enamorados acostumbran regalar muñecas de trapo como símbolo de los futuros hijos de la pareja, se colocan como adornos en los hogares y es un juguete tradicional que no debe desaparecer por ser parte de nuestra identidad cultural. Son el punto en común entre todas las civilizaciones del mundo, es compartida en toda América, por ejemplo, los pueblos Nahuas que viven en Centroamérica realizan unas muñecas bordadas a mano, llenas de cintas de colores en sus cabellos y trajes, y las venden en los mercados algunas con el nombre de «Quitapenas».
Es por eso que las muñecas de trapo son un arte vinculado desde tiempos remotos a las creencias populares y a la fe. Cuestión que en ocasiones genera polémicas entre los círculos culturales, pues la integración entre el trabajo manual y el trabajo intelectual, hace que el desarrollo de la inteligencia que genera, parezca «brujería» , pero en realidad es una estrategia lúdica que ubica a las personas en «el aquí y ahora» para planificar, crear y soñar un futuro mejor. Lo mismo sucede con el tejido, la pintura, la cerámica y toda actividad manual voluntaria que requiera creatividad y participación en todo el proceso de elaboración.
En 1985, las costureras damnificadas del terremoto en la ciudad de México, que trabajaban en los talleres de San Antonio Abad, se unieron para salir adelante ante la adversidad, hacían y vendían sus muñecas de trapo, creando así el sindicato de las costureras «19 de septiembre», estas muñecas se llamaban «Lucha» (carita seria) y «Victoria» (carita feliz), se pusieron de moda por el mundo y lograron sacar adelante a sus creadoras. Hoy tienen más de trescientos modelos diferentes y sus muñecas son símbolo de vitalidad, lucha y victoria después de una tragedia. Con más de veinte años trabajando sus muñecas, tienen un espacio ganado en la historia cultural de México y de toda nuestra América.
Existe todavía en muchos lugares de Venezuela, la costumbre de «bautizar» o echar el agua y ponerle nombre a las muñecas de trapo, especialmente al final de un curso o taller para su elaboración, donde hay varias muñecas, se hace una fiesta sencilla o compartir, se canta, se baila y se colocan nombres inventados o tradicionales como: Andinitas, Campesinas, Llaneras Quitapesares, Sirena Playera, Brujitas, Ángeles, también se usan nombres tomados del santoral del almanaque y diminutivos del nombre de las creadoras y creadores.
Todo dependiendo de la región que representan o de época del año, pues hay las navideñas, las payasitas de carnaval y las playeras o santas de semana santa
En la República Bolivariana de Venezuela, se reconoce la muñeca de trapo, a sus creadores y creadoras como parte importante del sector artístico del país, hoy las salas de arte del Ministerio del Poder Popular para la cultura, tienen por lo general, en todas las ciudades, exposiciones de muñecas de trapo de creación local. Además son muy famosos artistas como Armando Reverón que usaba muñecas de trapo como modelos para sus pinturas, de él han realizado películas, un museo y muchos homenajes. También tenemos al poeta Aquiles Nazoa, quien hizo un libro titulado «Vida privada de las Muñecas de trapo» las confeccionaba y fotografiaba para ilustrar sus cuentos. Zobeyda Jiménez, cultora del estado Portuguesa, profesora y artesana que dictaba talleres de muñequería a todos los que quisieran aprender a ganarse la vida con sus manos, y el revolucionario Alí Primera en homenaje a esta linda mujer hizo una canción. Así la muñeca de trapo tradicional venezolana tiene su espacio en las esferas del arte, además de su lugar en las manos de niñas y niños. Pero siempre bajo la amenaza de desaparecer ante la propaganda y la producción en serie de muñecos plásticos.