Es sábado. Son las nueve y tres grados de temperatura congelan la madrugada. Diecinueve hombres y una señora llegan al Parque Chacabuco vestidos con equipos deportivos, mamelucos, camperas polares y capuchones de invierno. Por entre los árboles, avanzan con ataudes de herramientas abajo del brazo, arrastrando envoltorios o empujando carritos. Aqui pueden ver un video dedicado a las carreras de autitos!
Ahí, guardan juguetes pintados de rojo radiante, negro, celeste, dorado y malva, con rayas y calcomanías, ruedas y tornillos. Tienen entre 34 y 60 años y salieron de sus viviendas motivados por una batalla: tirarse en el piso panza abajo, a juguetear con sus autosrellenos con masilla y con una cuchara abajo de la trompa.
No son pacientes psiquiátricos ni farsantes, empero tienen licencia para creerse pilotos de Tc y Nascar por un rato. Tampoco están solos: integran un fenómeno que crece en localidades de la Ciudad y el Conurbano, en las que grupos de «pibes grandes» se reúnen para emular de la misma formaque lo hacían en su niñez, en las vías de su barrio.