Si bien la medicina casera como tradición fue cambiando con el tiempo, hay clásicos que perduran a través de las generaciones. Desde afecciones comunes como la tos o la fiebre, hasta el empacho o el mal de ojo –que no existen como tales para la medicina convencional–, encuentran remedio en casa.
Presentes desde siempre en el saber popular, según la Organización Mundial de la Salud el 80 por ciento de la población global los utiliza y en los últimos años la tendencia va en aumento. Hierbas, extractos naturales y variados vegetales son protagonistas de recetas y secretos de antaño que pasaron de mano en mano y que, si bien no todos están comprobados científicamente, son seguidos al pie de la letra por abuelas, madres e hijas como recursos infalibles.
A partir de hoy iremos publicando en la categoria «Remedios de la abuela» todos aquellos remedios caseros que estan siendo re dercubiertos por la ciencia moderna, y que hemos escuchado en nuestra infancia a travez de nuestras abuelas.
Hoy hablaremos del ajo como medicina natural para bajar la presion de los hipertensos. llium sativum L.) es uno de los alimentos y remedios naturales más estudiados en el tratamiento de las enfermedades cardiovasculares como la Tensión arterial alta, el colesterol, cardiopatías, etc.
El origen del ajo hay que situarlo en Asia. En el Antiguo Egipto y en la Grecia Clásica el ajo gozó de muchísima aceptación médica para tratar muchas enfermedades destacando el cuidado del corazón, la Tensión arterial alta, etc.
La alicina parecer uno de los principios activos más destacables o potentes del ajo.
Presentaciones y formas de tomar el ajo
La tradición dice que “ajo cocido, ajo perdido” ya que la experiencia popular ha comprobado que el ajo crudo es mucho más eficaz que el ajo cocido, especialmente en el tratamiento de la Tensión arterial alta.
En la cocina mediterránea el ajo siempre ha tenido un lugar privilegiado (junto al aceite de oliva) Lo más habitual es que servirlo cortadito bien fino, con aceite de oliva y a veces con un poco de perejil. Platos mediterráneos muy típicos como el gazpacho, salsa pesto, salsa allioli (ajoaceite), pan con tomate, escalibada, etc. siempre contienen ajo.
Hay personas que se tragan uno o dos ajos pelados entero a mitad de las comidas (de dos a cuatro dientes de ajos al día) Hay que tener en cuenta que hay “estómagos” que no lo toleran crudo.
La maceración de ajo en aceite ha sido una de las maneras más habituales de tomar ajo para tener una buena salud y luchar, en particular, contra la tensión arterial alta. En un litro de aceite de oliva pondremos, mínimo durante tres semanas, unos 20 dientes de ajos pelados y cortados por la mitad. Podemos tomar un par de cucharaditas de este aceite sobre pan o sobre la comida.