Existen géneros que no suelen tener tal vez la mejor propaganda o calidad y no obstante son bastante recordados. Algo logró que muchos sigan teniendo presente un producto que no se suele saber si se sigue fabricando o no, y que incluso a pesar de enterarse que también se fabrica, no lo terminen comprando ahora. En ese curioso punto encontramos a lamahonesa ri-k, aquella mayonesa con ese nombre tan concluyente que la coloca en el borde de marcas con tufillo a algo de calidad azarosa.
Sin embargo, sin llegar a ser de las mejores, Ri-k consiguió durar mucho tiempo en el mercado. Ese prestigio que parece inicialmente una ocurrencia sin mucha creatividad, en realidad era una logística para discernir al público infantil, más proclive en esos años a consumir aderezos que sus procreadores, estrategia lograda con éxito. Nació en 1968 como parte de un proceso de diversidad de Molinos Río de la Plata, por aquél entonces administrada por Bunge & Born, sus fundadores.
Era la única mayonesa de la colectividad hasta que para los años 70 nace Gurmet y además en 1985 Molinos compra Fanacoa, empresa argentina que adicionalmente de la mencionada marca de aderezos incluso eradueña de Supra. Hasta ese instante ri-k ya estaba teniendo su público infantil cautivo y podría decirse que para algunospocos integra el selecto equipo de artículos con impronta ochentera, no obstante su época de mayor auge llegaría en la década subsiguiente.
Tras la cesión de Molinos a los Pérez Compacn en el 2000, tanto Ri-k como el remanente de lasmarcas de adobos de la compañía (Supra, Fanacoa, Gurmet) pasan a manos de Best Foods, la sucursal alimentaria de Unilever. Esta nueva multinacional convirtió entreambas marcas que continuó comercializando, ri-k y Fanacoa, en segundasmarcas detrás de Hellman’s, la marca estrella por excelsitud de Unilever. Mientras Fanacoa se volvía una mayonesamediocre (mejor dicho, un «aderezo a base de limón», como dicen sus empaques), ri-k se volvió una mayonesa de menorclasificación que la que ostentaba en sus mejores épocas y con publicidad nula