Un 19 de julio de 2007 se iba el Negro Fontanarrosa. Cada año, la mayoría de nosotros lo recuerda por aquella increíble defensa de las malas palabras en un congreso de la lengua española, o por ser el padre de Inodoro Pereyra, uno de los personajes más emblemáticos de la historieta gráfica argentina.
Sin embargo, detrás del dibujante hay una faceta que increíblemente muchos ignoran al día de hoy, la del escritor. No hubo pluma en el mundo que le haya dedicado tantas hojas de su obra literaria al amor por el fútbol, el arrabal, las charlas de café y, por supuesto, a su querido Rosario Central.
El aporte literario del rosarino fue tal, que sus cuentos tuvieron adaptaciones radiales y televisivas, en la que se interpretan algunos de los mejores relatos de su obra. Gemas que nos hacen notar el vacío que nos dejó con su partida y por las que cada día, lo extrañamos un poquito más.