Esta es la historia de la revista Anteojito, amada por millones de pibes y no tan pibes y de como en el 2002 Garcia Ferrè diera su despedida.
La noticia llamó la atención de aquellos para quienes la revista se había constituído en un entrañable recuerdo. Todos aquellos que habían alguna vez leído sus páginas, o se habían entretenido con sus historietas. Anteojito ha dejado de salir, luego de 37 años de publicación ininterrumpida. Su editor, Manuel García Ferré (nacido en 1929) anunció la defunción de su revista predilecta con el número 1.925, luego que su circulación hubiera bajado a 33.000 ejemplares semanales (en sus tiempos de esplendor llegaba a 300.000 semanales).
En las páginas de este último número se lee: «las actuales circunstancias determinan ahora el tiempo de despedirnos. La intensa y rica trayectoria cumplida nos entibia el corazón. Sabemos que la huella de nuestro paso por el mundo de los niños permanecerá en el recuerdo. Como dijo el poeta, puedo estar apartado pero no ausente». García Ferré recalcó que «los temas que trató (la revista) buscan salir de la actualidad, el esnobismo o tendencias que sé que al cabo de tres o cuatro años mueren. Generalmente recalcó los valores universales y eternos», dijo en su día García Ferré, quien consideraba que «Anteojito» cumplía una función en los hogares argentinos debido al empobrecimiento de la enseñanza pública.
García Ferré había nacido en Almería, España. En 1947 llegó a Argentina, donde tuvo como objetivo la arquitectura. Intentó pagarse los estudios a través de la realización de cortos de animación para dos empresas, Casa América y Optica Griensu. Poco a poco las historietas fueron atrayéndole más trabajo, hasta que en 1952 Constancio Vigil aceptó su personaje de Pi Pío para su revista Billiken. Al margen de estos personajes, la animación era su principal fuente de ingresos, a través de centenares de cortos publicitarios. Justamente el personaje que dio título a la revista, Anteojito, comenzó como una campaña publicitaria más: Anteojito y su Tío Antifaz escalaban el Aconcagua con carpas Cacique, cocinaban con Aceite Cocinero y tomaban mate con yerba Nobleza Gaucha. En 1964, luego de varios años de incesantes emisiones de sus cortos publicitarios, García Ferré inició la publicación de la revista Anteojito. Su autor mismo recuerda así el origen de Anteojito:
«Anteojito empezó como una tira de televisión en Canal 9. Yo hacía jingles para TV. Después de tres o cuatro años de hacerle avisos a diversas marcas importantes, dije: «¿Por qué no hago una historieta de tres minutos y pongo allí esos cortos avisos?». Ahí se me ocurrió lo de un tío y un sobrino, el primero para los productos de adultos y el otro, para los infantiles. Así surgió la tira de Anteojito y Antifaz, que estuvo seis años en el aire. Cada quince días renovaba un capítulo. Después de que la tira se hizo popular, edité la revista y en parelelo, hice la película.»
En sus páginas se trató de enseñar y entretener por igual. Personajes como Calculín, Hijitus, Larguirucho, Oaki, Petete, Pi Pío y muchos más, además de secciones como Juguemos con Anteojito, hicieron las delicias de miles de niños de 5 a 10 años, en tanto que secciones como Preguntando se Aprende, El Jardín de Anteojito, Calendario Anteojito, ¿Saben Anteojitos…, Aprendamos Jugando, Comiditas (de Blanca Cotta), Lectura Comprensiva y otras hicieron aprender a otros tantos. Uno de los primeros personajes que consiguieron enorme popularidad entre los más chicos fue Hijitus. Emitida a partir de 1967, de lunes a sábados, LAS AVENTURAS DE HIJITUS tuvieron un formato de episodios de media hora. Este personaje se había originado como un secundario dentro de LAS AVENTURAS DE PI PÍO (cuando se publicaban en Billiken) y había sido presentado como un chico muy andrajoso (su «sombreritus», en realidad un sombrero de copa, mantuvo siempre un aspecto como descocido), poco a poco fue evolucionando, hasta convertirse en personaje central de su propia tira. En sus comienzos Hijitus vivía en Villa Leoncia (era vecino de Oaky). García Ferré solía agregar el sufijo «itus» al final de los nombres de los personajes como manera de superar el karma que le provocó los varios años que estudió latín en la escuela.
Así comenzó HijitusHijitus vivía en un tubo de construcción en las afueras de Trulalá, junto a su fiel perro Pichichus. Era un equivalente a Superman, ya que podía convertirse en un héroe con capa y hélice, Super Hijitus. Por supuesto Hijitus no se introducía en ninguna caseta de teléfono, sino que se ocultaba dentro de su sombrero realizando una invocación («¡Sombrero, sombreritus, conviérteme en Super Hijitus, ChucuchucuChu, ChucuchucuChú, ChucuchucuChuuuuuuú!»), tras lo cuál emergía ya con la indumentaria del superhéroe. Hijitus solía luchar contra villanos que de tan malo eran tontos (el Profesor Neurus, Pucho, Larguirucho). Más tarde uno de estos villanos tontos, Larguirucho, tuvo su propia tira y revista.
Hijitus generó un fenómeno de marketing enorme: al programa televisivo (que se exportó a Latinoamérica) y a la revista propia se le fueron agregando todo tipo de juguetes, figuritas, incluso un disco doble (su slogan publicitario fue: «El mejor regalitus para el Día del Niño es un disco de HIJITUS»), las sorpresas del eterno chocolatín Jack y hasta un cacao para agregar a la leche llamado Nutri Super Hijitus, entre muchas otras cosas. El canal 13 de Buenos Aires comenzó a emitir poco después EL CLUB DE HIJITUS, programa transmitido en vivo en el cual actores disfrazados de los personajes llevaban a cabo entretenimientos para los más chicos. También había un bloque en el que se retransmitían los cinco episodios semanales de la serie animada de Hijitus. La recopilación de tres episodios de esta serie generó en 1973 el largometraje cinematográfico LAS AVENTURAS DE HIJITUS. El comic de este personaje se editó durante diez años. En los años ’90, debido al revival de los años ’70, reapareció en un capítulo doble de la revista Anteojito. Poco después, en 1995, canal 13 volvió a emitir los viejos episodios, a razón de una aventura completa por día.
Hijitus ClásicoLa fenomenal popularidad que venía cosechando en general la revista, movió a García Ferré a realizar un largometraje de dibujos animados con Anteojito y Antifaz: MIL INTENTOS Y UN INVENTO, que insumió cuatro años de labor y no obtuvo, a pesar, buena cantidad de público. Sin embargo el filme ganó el primer premio en el Festival de Guijón, España. Con el correr de los años García Ferré tuvo oportunidad de resarcirse y enriqueció la mitología. Creó al Boxitracio, Buzoncito, el gato Meethoven, Oaky, la Cachavacha, Calculín, Dedonegro, Gold Silver, Petete, el Patriarca de los Pájaros y Trapito. Al éxito de Hijitus, sumó el largometraje PETETE Y TRAPITO (1975), que ganó el primer premio en el Festival de Moscú al mejor dibujo animado infantil. Durante los años ’70 produjo los programas CALCULÍN Y LA FAMILIA (1977), EL LIBRO GORDO DE PETETE (1980) y EL CLUB DE ANTEOJITO Y ANTIFAZ. También lanzó una enciclopedia para niños y jóvenes llamada El Libro Gordo de Petete, respaldada y promocionada por el programa de Petete, y publicada en forma de fascículos. Las contratapas de cada fascículo traía publicada una serie de ilustraciones del maestro Salinas de la Historia del Traje. En su espacio televisivo, Petete nos despedía con el clásico «el Libro Gordo enseña, el Libro Gordo entretiene, y yo te digo contento, hasta la semana que viene».
En los años ’80 lanzó ICO, EL CABALLITO VALIENTE (1981), otro filme premiado en Moscú (1981) y que logró el segundo premio del Festival Internacional de la Infancia y la Juventud de Tomar, Portugal (1983). Luego comenzó una larga ausencia de las pantallas (chica y grande). Durante esta ausencia García Ferré se dedicó a mantener Anteojito con el diseño tradicional, pero también amplió su negocio editorial, lanzando «Muy Interesante», una revista de divulgación científica realmente muy interesante, y «Ser Padres Hoy» dedicada a padres. Fue a través de MANUELITA (1999), una hábil mezcla de oficio y oportunismo comercial, que García Ferré regresó al cine, por la puerta ancha, logrando la anuencia de público más abultada de la historia del cine argentino a la fecha: 2,4 millones de espectadores. Basada en la canción de la poetisa y cuentista María Elena Walsh, la película camino que continuó con CORAZÓN, LAS ALEGRÍAS DE PANTRISTE (2000) y el reestreno de su primer largo con nueva banda sonora y nuevo título: ANTEOJITO Y ANTIFAZ: MIL INTENTOS Y UN INVENTO (2001).
Uno de los subproductos más exitosos: El Libro Gordo de Petete (junto con Petete, está una joven Gachi Ferrari)Durante su publicación, Anteojito compitió con éxito frente a la revista que inicialmente cobijó al joven García Ferré: Billiken, de Editorial Atlántida. En los años ’80 la aparición de revistas competidoras (por ejemplo, Cosmik) no logró destronar a Anteojito de su liderazgo, pero en los ’90 la llegada del multimedios semi-monopólico Clarín a través de su revista Genios fue medrando poco a poco en las tiradas. La aparición de Disney Explora de Editorial Visor también contribuyó al achicamiento de las tradicionales Anteojito y Billiken. Anteojito intentó adaptarse al cambio, editó fascículos de divulgación, la Historia Universal de Carl Grinberg, sacó incluso juegos didácticos para PC. En octubre de 2001 Genios tenía una tirada de 70 mil ejemplares, contra 30 mil de Anteojito y 28 mil de Billiken. En un último manotazo de ahogado, la revista sacó el «El Libro Anteojito de la Globalización», con este slogan: «No prive a sus hijos de esta fundamental obra que los preparará para afrontar exitosamente el tercer milenio». Con cursos de inglés y computación, la publicación era «indispensable para entrar en el mundo del mañana y preparar a sus hijos para enfrentar el futuro». Anteojito tiró la toalla.
Además de los personajes propios de García Ferré, Anteojito presentó una gran cantidad de personajes e historietas de la más variada índole. Había algunas destinadas a niños pequeños, otras para público juvenil, e incluso había ciertas tiras que apuntaban a las jovencitas. Anteojito presentó en sus últimos años cómics clásicos (como Príncipe Valiente de Harold Foster), e incluso sacó suplementos especiales con personajes de Marvel (como el Hombre de Hierro); pero en su época de esplendor (años ’70 y principios de los ’80) tenía una plantilla exclusiva de personajes reeditados. Hablamos de Pelopincho y Cachirula (del uruguayo-inglés Fola, nacido en 1908, fallecido en 1998), La Vaca Aurora (de Mirco), Don Fulgencio, el Hombre que no Tuvo Infancia (del siempre vigente Lino Palacios). Además tenían su espacio otros personajes originales: La Pícara Sandrita (de Goyo Mazzeo), Los Terribles Ye-Yes, Rinkel el Ballenero (de Tulio Lovato), Sonoman (de Oswal) y una larga nómina de comics de aventuras cuyos autores no aparecían acreditados: Al Rugir de los Motores, Valentina Chiquilina, Espirú y otros, lo mismo que adaptaciones de clásicos de la literatura universal, como Simbad el Marino, Piel de Asno, Veinte Años Después. Además de todos estos, Anteojito (fiel a su origen) presentó más personajes publicitarios que, tal vez, cualquier otra revista. En sus páginas vivieron cortas aventuras el Pibe Febito (de zapatillas Febo), Super Stiko (de adhesivo Stiko), y otros.
Trapito, Anteojito y un duende no reconocido¿Cuál fue el secreto de García Ferré? Este planteo, que originalmente apuntaba a la trama del largometraje de Anteojito y Antifaz, sirve también para todo el universo García Ferré:
«Apelo más al sentimiento, a la ingenuidad y la bondad de los personajes. Trato de poner poca violencia, pero busco que se produzcan situaciones dramáticas, de contenido humano.»
Por supuesto esta filosofía ha tenido y tendrá detractores, desde quienes acusan de simplista a los personajes, a quienes lo tachan de contribuir al olvido del pasado reciente en favor de la tradicional y ajada mitología de los próceres (hace unos años la Defensoria Ciudadana de La Plata reclamó a García Ferré que incluyera en su calendario una referencia al Golpe de Estado de 1976, luego de una denuncia llevada a cabo por un padre que no halló la fecha de marzo del ’76 en el calendario escolar; ), desde Uno de los últimos ejemplares de Anteojitoquienes consideran que Anteojito era una revista para infradotados hasta quienes pensaban que Hijitus era homosexual, Anteojito un afeminado y tío Antifaz un pederasta. Por sobre todo este cúmulo, Anteojito va a quedar en el inconciente colectivo de miles de personas maduras que en su infancia la tuvieron como dilecto elemento de lectura. Es que su mitología tradicionalista, basada en la ingenuidad y en una época en que la Argentina tenía otra idiosincracia, estaba apuntando a unos niños que no son los mismos de hoy en día.
En su momento de mayor éxito García Ferré fue el Walt Disney argentino, salvando distancias y épocas: con su firma salían revistas infantiles, comics, juguetes, alimentos, programas de tv y series de dibujos animados, largometrajes de animación… fue imposible que cientos de miles de niños de varias generaciones no crecieran rodeados de sus personajes. Las críticas actuales, usualmente asentadas sobre la incompatibilidad de los niños actuales (más apegados al animé, a los juegos de pc sangrientos y demás) con la mitología Trulalá, se debe entonces a la incapacidad de los críticos de tomar el fenómeno cultural de Anteojito solo como circunscripto a su época de esplendor. Anteojito es de la época que los niños eran ingenuos hasta, digamos, los 15 años, más o menos. Y si treinta años después seguía tratando a los niños de la misma manera es motivo de ternura y no de crítica. Anteojito fue, digamos, el «mainstream» de las revistas infantiles de los ’70. Sí, la revista no se adaptó a los tiempos que cambiaron, pero su firme posición tradicionalista (mala o buena) es de por sí respetable.