Los peinados a la gomina eran un caudal masculino, que tuvo su máximo exponente en Carlos Gardel. La brillantina tenía el aspecto de una jalea espesa, levemente fragante, con la que se embadurnaba la mollera, a fin de conseguir una peinada “ganadora”.
En ESTE articulo hablamos de la gomina Glostora
El pelo quedaba acerado, empero una vez que se secaba absolutamente, se cubría de una capa de polvo blanquecino, semejante a la caspa. No era estético. La peinada “a la gomina”, estaba presente en todas las milongas, adonde el tango era rey y noble.
La “gomina Brancato” se presentaba en un bote de cristal, pequeño, el de uso frecuente, a un costo de 30 centavos; y uno harto grande, que usaba el barbero. Lo veíamos en la peluqiuería, cuando el peluquero introducía el peine y extraía una cantidad suficiente para peinar a dos clientes.