Se ha hecho una estadìstica para saber en que gastan su dinerillo los chicos y el primer puesto era contundente: el 68% de su gasto estaba destinado a las golosinas, seguido de lejos por el 29% en bebidas. Millones de personas recuerdan aùn que durante su infancia ellos mismos hacìan un gran consumo de golosinas, bebidas dulces, juguitos, mielcitas, etc. Por ejemplo: ¿quién no recuerda a los Mu Mú, aquellos caramelos masticables de dulce de leche que, con su pegote, solían arrasar en minutos con las amalgamas que, con mucho trabajo, colocaban los dentistas?
Productos Mu Mú SA había sido fundada en 1923 por la familia Groisman. Algunos dicen que la fábrica estaba en la avenida Del Libertador al 8200, donde ahora está la Comisión Nacional de Energía Atómica.
Algunos recuerdan una de las últimas publicidades de los Mu Mú: la sigla, con grandes letras blancas, estaba impresa en la camiseta de San Lorenzo en 1982, cuando hizo su gran campaña para volver a la primera división.
Claro que si de caramelos se trata también están presentes los llamados Media Hora, esos que tienen un sabor particular, derivado del anetol, un producto proveniente del anís. Su sabor es similar al de las negras y pequeñas pastillas de oruzú. Se hacían con regaliz, un antiguo condimento de gusto anisado que no sólo se usaba para esas golosinas; se mantiene presente en postres y bebidas como la negra cerveza irlandesa o el licor italiano que conocemos como Sambuca. Dicen que la pasta de oruzú fue lo que inspiró a Dante Quinterno para nombrar Patoruzú a su famoso indio patagónico. Y ni hablar de los masticables Sugus. El de ananá (envoltorio azul) siempre fue lo más.
En verano, la golosina favorita eran los helados. El estribillo de “palito, cassata, bombón helado”, no sólo era un clásico en los cines de barrio. También se imponía cuando en las tardes, bajo la sombra de los frondosos plátanos, se veía avanzar al blanco carrito del heladero de Laponia o al anaranjado triciclo del vendedor de Noel.