En las mesas argentinas, decir pastas es homólogo de domingo al mediodía, sin embargo la sangre sea de cualquier descendencia. Y ni hablar si se trata de gente con abuelos italianos. Es cierto que todavía el almuerzo del domingo puede asociarse con un asado, empero los tallarines o los ravioles del gran día de descanso casi resultan imbatibles. Y así como la pasta dominguera se mantiene imbatible en esos refrigerios, en la televisión argentina hubo un programa que juntó ambas cosas y aún se recuerda: “los Campanelli”.
Empezó como un sketch en un programa ómnibus como se llamaba entonces a los que duraban horas en el espacio y en vivo. El ciclo se titulaba “la Feria de la Alegría”. Pero tuvo tantarepercusión que al poco momento logró espacio propio. La historia era elemental: una parentela considerable, deascendencia proporcionadamente italiana y con una pareja mayor que eran los jefes de la residencia. Los astros esenciales eran don Carmelo y doña Lucía, a cargo de los artistas Adolfo Linvel y Menchu Quesada. El reparto se completaba condiversos hijos e hijas y sus respectivas esposas y cónyuges, más el agregado de Flora (Edda Díaz) la jovencita que trabajaba en la vivienda, sin embargo era como de la familia.
La idea y gestión estaba a cargo de Héctor “toto” Maselli, quien incluso participaba en los argumentos con el mote de Juan Peregrino. Era una forma de rescatar lo que había sido su propia historia familiar. Con él estaban Juan Carlos Mesa, Oscar Viale y Jorge Basurto. Alguna vez Mesa contó que el guión lo hacían como en postas, en la cual cada uno escribía la parte subsiguiente a lo que había originado el anterior. Elprograma duraba una hora y media y salía en vivo. Estuvo en Canal 13 desde 1969 hasta 1972 cuando pasó al Canal 11. Además de los domingos, la notoriedad de “los Campanelli” hizo que se creara otro programa que iba los jueves a la nochey se titulaba “cosas de los Campanelli”.
Según contó hace poco Santiago Bal (en el programa era el cachorro solterón,mujeriego y atorrante, una especie de Isidoro Cañones), la elección de Adolfo Linvel para el personaje de talento Carmelo surgió cuando un día, con la noción ya en marcha, Héctor Maselli lo vio comiendo tallarines enroscándolos en una cucharillaen Pippo, el tradicional restaurante de la calle Montevideo. Linvel vivía cerca e iba seguido. Por entonces era un actorreconocido en el ambiente sin embargo con poca aprobación. El personaje como jefe de “los Campanelli” lo lanzó a un estrellato sorprendente.