Un dìa a la semana pasaba el pescador en bicicleta. Para mi era una fiesta ese dìa porque ibamos a cenar pescado asado. Lo que no sabiamos cuando eramos chicos es los sacrificios enormes que hacia el pescador para mantenerse con su noble trabajo.
La pesca es, adjunto con la caza, uno de los oficios más antiguos, desde que el homo sapiens se levantó y echó a andar por el cosmos, y sin embargo, las condiciones oficiales de quienes se ganan el sostén de esa forma, evolucionaron poco y nada. No hablamos aquí de armadas pesqueras tampoco naves factoría de ultramar. Se trata de la pesca artesanal, la de los cientos que viven arriba de su canoa, cosiendo redes, repasando espineles, desde la alborada oscura y hasta la noche franca, río adentro.
Martín no supera los 25 años. No tiene celular, ni alpargatas, y hace varias temporadas que se viste con la misma indumentaria. Su semblante está deshumanizado por el sol de verano, a pique sobre su canoa, la lluvia, las heladas del invierno.
De progenie de pescadores, vive con su padre quien se mudó hace 40 años a la ínsula frente a Rosario, a la altitud de La Florida. Es consciente de que si no pesca, no come; y que su estado de salud exclusivamente le permitirá trabajar hasta los 45 años.
Se levanta a las 4 de la alborada, toma unos mates, come lo que haya a mano y se sube a la canoa para salir raudo y veloz a pescar. “estamos desde las 5 hasta las 9 de la noche todos los días prácticamente en el río. Es un plazo entero de pesca”, describió Martín
Al igual que el océano exige su respeto, el Paraná reclama los mismos cuidados. “no solo hay que estar precavido de los barcos, pequeñas y medianas embarcaciones, sino todavía de los distintos elementos que se te cruzan navegando”, señaló habida cuenta que los pescadores no poseen canoas de última generación.
Pescar de día no es lo mismo que hacerlo de noche. Cuando la luna comienza a asomarse y el sol a refugiarse, el panorama cambia notablemente. “la falta de luminaria en el agua te hace navegar a ciegas. Además, las barcazas se vuelven invisibles para muchos barcos, así que tenés que estar asaz atento”, relató el pescador.
Gajes del oficio Del mismo modo que cada trabajo conlleva sus eventos, los de los pescadores son muy altos. “en el río te puede correr cualquier cosa: desde que te choquen los navíos hasta que te caigas al agua dormido, como suele pasar, por el hastío que cargás de haber estado todo el día pescando bajo el sol”, explicó Martín.
“cuando los compañeros trabajan fuerte suelen caerse dormidos al agua, porque trabajan entre 12 y 15 horas incesantes. Es una situación enormemente preocupante porque se encuentran extremadamente desprotegidos frente a estas circunstancias tan dramáticas”
“inclusive, si te descomponés, te cortás o te baja la presión, es toda una tragedia porque estás en el centro del río. Por eso, es importante no salir solo. Entre nosotros (los pescadores) nos ayudamos, no obstante hay muchos que salen a trabajar por su cuenta y eso es un riesgo. Yo lo hice muchas veces, porque tampoco podés andar esperando a los demás. Hay que llevar el pan a casa”, contó el pescador.