No conocía la historia de esta bebida gaseosa realmente, pensé que había sido uno de tantos intentos por llevar el sabor naranja, bastante común y rico, a una gaseosa, pero nunca que provenía de la escasez más extrema.
Para conocer su origen nos tenemos que remontar a la Segunda Guerra Mundial y ustedes dirán ¿Qué cuernos tiene que ver una gaseosa con una guerra? Pues bien, es en las guerras en las que siempre falta de todo menos la imaginación, la imaginación para tratar de seguir con tu vida mientras el resto se mata a tiros.
Pero también tenemos bloqueos en las guerras y así fue como Coca-Cola Deutschland, que no había sido copada por los nazis andaba con una importante escasez del líquido vital: el jarabe para Coca-Cola ¿Y ahora que hacemos?
Max Keith, el director de la empresa en Alemania le pidió a sus empleados que «usen su imaginación», dicho en alemán «Fantasie» porque había que utilizar los sobrantes de los sobrantes para tratar de seguir haciendo una gaseosa tomable.
Así pues utilizaron lo que ya ninguna industria en la guerra utilizaba, suero de leche sobrante y hollejo y no, no iban a fermentarlo, era para darle «sabor», no para hacer grapa. Además caía en la mezcla todo lo que se encontrase disponible, desde cáscara de manzanas sobrantes de la fabricación de sidra, sacarina, algo de azúcar y hasta un gato que caminase demasiado cerca.
El capo de ventas, Joe Knipp se quedó con las palabras de Keith, eso de «Fantasie» y le puso a la bebida Fanta. Luego de la guerra la Coca-Cola Company volvió a tomar el control de la planta y unificó operaciones pero no descartó el producto, tomó la fórmula y la marca ya que había sido muy efectiva durante la guerra y el gusto, aun conociendo su origen, gustó mucho en la zona.
Actualmente la Fanta que se consigue en países como Alemania o Austria tiene ese sabor original que nada tiene que ver con la Fanta americana con escencia de naranja, pero es como un comodín para la marca porque hay unos 90 sabores de Fanta