En otro articulo, repasamos algunas de las técnicas que utilizábamos para jugar al trompo. El origen del trompo es más bien incierto aunque se tiene conocimiento de existencia de peonzas desde el año 4000 a. C., ya que se han encontrado algunos ejemplares, elaborados con arcilla, en la orilla del río Éufrates.
Hay rastros de trompos en pinturas muy antiguas y en algunos textos literarios que citan el juego. Por ejemplo es mencionado en los escritos de Marco Porcio Catón el mayor político e historiador romano. Además, el trompo aparece en los escritos de Virgilio, destacándose en su obra Eneida (siglo I a. C.). En el Museo Británico se conservan restos antiguos fechados en el 1250 a. C. en los que se aprecia a un niño dedicándole al dios Zagreo gran número de juguetes, entre ellos un trompo con su látigo.
A Platón le servía como metáfora del movimiento y Aristófanes se confesaba aficionado al trompo. El poeta romano Ovidio también menciona el trompo en sus poemas y Aulus Persius Flaccus, otro poeta romano, decía que “en su niñez tuvo mayor afición al trompo que a los estudios“. Incluso en la mismísima Troya fueron encontrados unos trompos hechos de barro.
Todo parece indicar que fueron las culturas de Oriente, China y Japón, quienes introdujeron en Occidente este juguete tan peculiar.
En Japón, adultos y niños juegan al trompo convirtiendo este aspecto lúdico a un verdadero arte y de esta forma ejecutan numerosos espectáculos, de entre los que destaca aquel en el que, justamente después de lanzar el trompo, lo recogen con una lienza para hacerlo bailar en la palma de las manos o en paletas dobles pasando de la una a la otra e incluso en ambas caras de la misma o en la hoja de un sable hasta terminar bailando en la punta del mismo.
En América, este juego estaba también muy extendido de norte a sur en las distintas etnias. De hecho parece haber constancia de trompos en Perú desde tiempos prehistóricos. Los hopi en América del Norte, después de echarlos a rodar, mantenían la rotación de los trompos con un látigo, azotando su punta inferior con movimientos rápidos y precisos.
También hay diversos ejemplares de antiguos trompos americanos en Chile, México y Argentina que dan testimonio de su permanencia en el tiempo.
Modelos actuales cuentan con diseños pulidos que presentan desde filos de neopreno para evitar daños, hasta innovadores sistemas que evitan enrredos no deseados. Esto, junto con la aparición de otros tipos de peonzas como la Beyblade, el Levitron o trompos más modernos y estilizados como los Cometa o los Space, todavía les otorga vigencia en la industria.
Cabe destacar también, como curiosidad, que algunos pintores han utilizado trompos como motivo en sus cuadros, como el español González Ruiz (1640 – 1706), que en su obra Catedral de Toledo escenifica una partida de trompo. El pintor y grabador chileno, Pedro Lobos (1919-1968) también lo utilizó en sus temas.
Poetas chilenos se han inspirado en este juguete, como Homero Arce (1901 – 1977) o Alejandro Galaz (1905 – 1938), que escribió Romance de la infancia o Trompo de 7 Colores.Victoria Contreras Falcón (1908 – 1944) se atrevió con su obra Trompo Dormido, o María Cristina Menares lo hizo con Danza del Trompo Multicolor, incluido en su libro de poemas para niños Lunita Nueva. Asimismo, el peruano José Diez Canseo escribe sus Estampas Mulatas en 1951 con el cuento “El trompo” donde narra como “Chupitos”, un niño de diez años, juega al trompo con sus vecinos en el barrio del Rímac en Lima.
Llama mucho la atenció la existencia de sellos postales que representan este juego en Brasil (1979), Argentina (1983), Suiza (1986), España (1989) y Portugal (1989).
Éste siempre ha sido uno de los juegos más populares y conocidos entre todos los chavales del mundo, en especial a finales de la década de los ochenta.
Actualmente, como la mayor parte de los juegos tradicionales, está resurgiendo nuevamente, gracias a la incorporación de novedades en su diseño centradas en facilitar el uso.