Clemente es un personaje de historieta creado el 8 de marzo de 1973 por el historietista argentino nacido en Salta Carlos Loiseau, más conocido como Caloi, que se publicó diariamente en la página de humor del diario Clarín de Buenos Aires hasta el 22 de septiembre de 2012 -Caloi falleció en mayo pero dejó tiras escritas que fueron publicadas hasta esta fecha-.
Nació como un personaje secundario de la tira Bartolo el maquinista. El 8 de marzo de 1973 fue presentado como su mascota. Poco después, la tira pasa a llamarse Bartolo y Clemente, luego Clemente y Bartolo hasta desplazar a Bartolo como personaje principal de la tira, pasándose a llamar Clemente
Se trata de un ser sin alas ni brazos y cubierto de rayas verticales que le rodean el cuerpo en círculos. Originalmente, el personaje podía pasar por un pato caricaturizado —de hecho, su primer parlamento fue una onomatopeya de pájaro—, aunque posteriormente sus formas, sobre todo el hocico, se redondearon.
Clemente es un personaje que ha sufrido una evolución psicológica a lo largo de su historia, partiendo de la inconsciencia similar a la de un pájaro de las primeras historietas, pasando por un estadio infantil o pseudoinfantil, hasta llegar a la personalidad final del personaje, el cual encarna muchos de los tópicos del llamado «porteño vivo» o «porteño chanta», similares a los que se le achacan a los habitantes de distintas capitales de los países castellanoparlantes.
Clemente es un personaje crítico de la realidad, y el fútbol, que representa las características del hombre argentino. Se alimenta fundamentalmente con aceitunas y ocasionalmente con mate. A propósito de las aceitunas, tuvo durante el mundial de fútbol de 1978, una curiosa y ficticia discusión sobre el tirar papelitos en las canchas con el relator José María Muñoz.
Este decía que no había que arrojar papelitos a las canchas durante los partidos ya que eso hacía posible las lesiones en los jugadores, y Clemente a modo de broma sugirió entonces que se arrojaran carozos de aceituna.
Desde diciembre de 1999, con la llegada del color a la contratapa de Clarín, las tiras fueron coloreadas por María Verónica Ramírez, esposa de Caloi.